lunes, 1 de diciembre de 2014

Trabajo Práctico Final: Criminalización mediática

Nota vinculada por Teo Smitt

Criminalización mediática: Batalla simbólica contra el discurso hegemónico

Hoy en día gracias a la aparición de nuevos canales de comunicación la producción de noticias se ha democratizado permitiendo a varias voces y opiniones, dar un panorama más amplio que permita cuestionar el discurso hegemónico de los medios más tradicionales de comunicación y la propia criminalización mediática.

“La criminalización es una operación de sentido, simbólica del lenguaje discursivo, retórica, pero también puede ser mucho más, puede obrar en la praxis con acciones judiciales y represiones. Esa criminalización tiene además un sentido práctico, no es solo el estigma o el señalamiento, no es solamente una cuestión que queda en la plano simbólico”, declara Juan Emilio Basso, redactor del diario digital “Redacción Rosario” y director del diario “El Eslabón”.  Esta práctica, común en los medios masivos, es llevada a cabo por grupos dominantes de la sociedad, estigmatizando y demonizando a grupos sociales marginales.

 Juan Emilio declara que los principales actores de este accionar sistemático son “los policías, el estado, la justicia y los medios”. También explica que  estos “generan un modo de referirse a quienes son los que delinquen, como son, de donde provienen, cuales son las características típicas que siempre cumplen” y argumenta: “Todo eso son supuestos o construcciones, un relato que se construye, que está atravesado también por cómo se construye nuestra sociedad”. De esta manera se crea la construcción de un enemigo a partir de estereotipos y supuestos del imaginario social, característica propia de la criminalización.

“Para sostener un discurso y una práctica, se necesita construir una idea del enemigo”, afirma Juan y amplía el concepto: “Está el tipo de los barrios pobres, jovencito, drogado, con gorrita, tez morena, una historia ligada a los pueblos originarios, entonces la idea de construcción de un enemigo está”. Mediante la creación de este enemigo peligroso, se produce miedo, paranoia y una necesidad de seguridad en la sociedad,  entonces el mismo discurso hegemónico exige “más policías”.

El periodista explica: “Eso responde, a mi manera de ver, a intereses de sectores que saben que esa problemática de la seguridad tiene que ver con la desigualdad, con el modelo de cómo está organizada económicamente esta sociedad y que no están dispuestos a atacar causas que pueden generar esa desigualdad, porque sería atacar sus propios intereses, porque son beneficiarios. De esa manera se esconde la posibilidad de pensar las soluciones de fondo que tienen la problemática de la seguridad: como otra distribución de la riqueza y verdaderas reformas policiales en las que no se permita a la policía transformarse en administradores del delito”. 

Norberto  “Beto”  Olivares, abogado miembro de la Liga Argentina de Derechos Humanos, amplía nuestro panorama de la criminalización  y nos explica cuál es la función del poder judicial en este área: “El poder judicial es una institución que le da razón a toda la dominación, da una interpretación de la cotidianeidad de las relaciones de poder. Tiene que haber una estructura y un esquema para que estas sigan inmutables, para favorecer a la dominación. El poder judicial juega ese papel”. Considerándose la opinión de Olivares, es comprensible la afirmación de Basso sobre la falta de reformas profundas frente a los problemas estructurales de seguridad. Ya que de esta forma, el estado, mediante el poder judicial, va a estar defendiendo los intereses económicos de la clase dominante: “éste te puede llegar a resolver un problema circunstancial,  pero las causas estructurales de las relaciones de poder no las va a resolver nunca” declara indignado el abogado. Olivares amplía la idea de que  “el poder judicial muestra las propias asimetrías de las relaciones de poder”  hasta “en la propia construcción edilicia”. Cuenta: “En la parte de abajo de tribunales, vas a ver mucha gente pobre, que son la que va a los juzgados de menores, los chiquitos que delinquen y eso no es una distribución casual, no podría estar en el tercer piso.

En el tercer piso tenés a la Corte Suprema, tenés los pasillos deshabitados, bien encerados, el mejor aire acondicionado, los mejores despachos y los mejores sueldos. La distribución del tribunal tiene que ver con las relaciones de poder”. Finalmente afirma que Tribunales se muestra como “una corporación” donde en la planta baja están los “pobretones” y en otros espacios se discuten “como se reparten los bancos, la tierra, el mercado inmobiliario, como se reparte la falopa y como le dan impunidad a la narco criminalidad”.

Todas estas problemáticas, la criminalización, la seguridad y la desigualdad social, afortunadamente hoy en día son analizadas y llevadas al debate por la gran cantidad de nuevos canales de comunicación, los cuales generan un gran contraste con los medios hegemónicos: “En el presente los periodistas tienen otras herramientas para defender su oficio, aparición de otros medios, radios, otras publicaciones y la explosión de todo lo que permite Internet y las redes sociales. Entonces también los medios más tradicionales, los hegemónicos, saben que compiten contra una multiplicidad de canales  y saben que es más difícil esconder otras voces, ahí hay otra realidad que desarticula al discurso hegemónico”, declara entusiasmado Basso.




Fuentes informativas:
Juane Basso, redactor en El Eslabón y Redacción Rosario y miembro de HIJOS.
Norberto Olivares, abogado miembro de la Liga Argentina de Derechos Humanos.

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