Nota vinculada por Teo Smitt
Criminalización mediática: Batalla
simbólica contra el discurso hegemónico
Hoy en día gracias a la aparición de
nuevos canales de comunicación la producción de noticias se ha democratizado
permitiendo a varias voces y opiniones, dar un panorama más amplio que permita
cuestionar el discurso hegemónico de los medios más tradicionales de
comunicación y la propia criminalización mediática.
“La criminalización es una operación
de sentido, simbólica del lenguaje discursivo, retórica, pero también puede ser
mucho más, puede obrar en la praxis con acciones judiciales y represiones. Esa
criminalización tiene además un sentido práctico, no es solo el estigma o el
señalamiento, no es solamente una cuestión que queda en la plano simbólico”,
declara Juan Emilio Basso, redactor del diario digital “Redacción Rosario” y
director del diario “El Eslabón”. Esta
práctica, común en los medios masivos, es llevada a cabo por grupos dominantes
de la sociedad, estigmatizando y demonizando a grupos sociales marginales.
Juan Emilio declara que los principales
actores de este accionar sistemático son “los policías, el estado, la justicia
y los medios”. También explica que estos
“generan un modo de referirse a quienes son los que delinquen, como son, de
donde provienen, cuales son las características típicas que siempre cumplen” y
argumenta: “Todo eso son supuestos o construcciones, un relato que se
construye, que está atravesado también por cómo se construye nuestra sociedad”.
De esta manera se crea la construcción de un enemigo a partir de estereotipos y
supuestos del imaginario social, característica propia de la criminalización.
“Para sostener un discurso y una
práctica, se necesita construir una idea del enemigo”, afirma Juan y amplía el
concepto: “Está el tipo de los barrios pobres, jovencito, drogado, con gorrita,
tez morena, una historia ligada a los pueblos originarios, entonces la idea de
construcción de un enemigo está”. Mediante la creación de este enemigo
peligroso, se produce miedo, paranoia y una necesidad de seguridad en la
sociedad, entonces el mismo discurso
hegemónico exige “más policías”.
El periodista explica: “Eso responde,
a mi manera de ver, a intereses de sectores que saben que esa problemática de
la seguridad tiene que ver con la desigualdad, con el modelo de cómo está
organizada económicamente esta sociedad y que no están dispuestos a atacar
causas que pueden generar esa desigualdad, porque sería atacar sus propios
intereses, porque son beneficiarios. De esa manera se esconde la posibilidad de
pensar las soluciones de fondo que tienen la problemática de la seguridad: como
otra distribución de la riqueza y verdaderas reformas policiales en las que no
se permita a la policía transformarse en administradores del delito”.
Norberto “Beto”
Olivares, abogado miembro de la Liga Argentina de Derechos Humanos,
amplía nuestro panorama de la criminalización
y nos explica cuál es la función del poder judicial en este área: “El
poder judicial es una institución que le da razón a toda la dominación, da una
interpretación de la cotidianeidad de las relaciones de poder. Tiene que haber
una estructura y un esquema para que estas sigan inmutables, para favorecer a
la dominación. El poder judicial juega ese papel”. Considerándose la opinión de
Olivares, es comprensible la afirmación de Basso sobre la falta de reformas
profundas frente a los problemas estructurales de seguridad. Ya que de esta
forma, el estado, mediante el poder judicial, va a estar defendiendo los
intereses económicos de la clase dominante: “éste te puede llegar a resolver un
problema circunstancial, pero las causas
estructurales de las relaciones de poder no las va a resolver nunca” declara
indignado el abogado. Olivares amplía la idea de que “el poder judicial muestra las propias
asimetrías de las relaciones de poder”
hasta “en la propia construcción edilicia”. Cuenta: “En la parte de
abajo de tribunales, vas a ver mucha gente pobre, que son la que va a los
juzgados de menores, los chiquitos que delinquen y eso no es una distribución
casual, no podría estar en el tercer piso.
En el tercer piso tenés a la Corte
Suprema, tenés los pasillos deshabitados, bien encerados, el mejor aire
acondicionado, los mejores despachos y los mejores sueldos. La distribución del
tribunal tiene que ver con las relaciones de poder”. Finalmente afirma que
Tribunales se muestra como “una corporación” donde en la planta baja están los
“pobretones” y en otros espacios se discuten “como se reparten los bancos, la
tierra, el mercado inmobiliario, como se reparte la falopa y como le dan
impunidad a la narco criminalidad”.
Todas estas problemáticas, la criminalización,
la seguridad y la desigualdad social, afortunadamente hoy en día son analizadas
y llevadas al debate por la gran cantidad de nuevos canales de comunicación,
los cuales generan un gran contraste con los medios hegemónicos: “En el
presente los periodistas tienen otras herramientas para defender su oficio,
aparición de otros medios, radios, otras publicaciones y la explosión de todo
lo que permite Internet y las redes sociales. Entonces también los medios más
tradicionales, los hegemónicos, saben que compiten contra una multiplicidad de
canales y saben que es más difícil
esconder otras voces, ahí hay otra realidad que desarticula al discurso
hegemónico”, declara entusiasmado Basso.
Fuentes informativas:
Juane Basso, redactor
en El Eslabón y Redacción Rosario y miembro de HIJOS.
Norberto Olivares, abogado miembro de la Liga Argentina de Derechos Humanos.
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