¿Quiénes son los “arquitectos” de la
sociedad?
“…mientras las mayorías no nos
podamos organizar, mientras la política no sea la practica hegemónica en la
resolución de los problemas; y podamos hacer las reformas estructurales que
este país necesita… Esta situación va a ser vivida en cada una de las
coyunturas electorales. Porque es el único terreno que le ha quedado a estas
elites, gracias al esfuerzo que hemos hecho en 30 años de democracia.”
Entrevista a la Lic. en Ciencias Políticas y docente de la UNR, Alicia
Acquarone.
Para comenzar, advierto al lector,
que hare un pantallazo subjetivo y breve
de distintas conclusiones disparadas del análisis del debate existente sobre la
influencia de la mediatización en la eterna transición posmoderna.
El habla de este artículo
periodístico es sencilla, aunque promueve un análisis en profundidad. Intenta
abrir las puertas de la realidad de los lectores a seguir buscando información.
Hoy hablar de cultura posmoderna tiene implícita y explícitamente amalgamada
la individualización. Existen teorías destinadas a explicar la estatización de
la vida del hombre y también del despotismo blando que la racionalidad (que
llevo al auge a la era moderna), hoy nos hace adolecer ciertos criterios
críticos de análisis.
Esto es debido a que el sistema
económico afectó gravemente a la sociedad creando una fragmentación, para poder
instaurar una poderosa, eficiente y efectiva hegemonía de la minoría sobre el
disenso de opiniones de la mayoría. El recurso más utilizado para la persistencia
de estos grupos en el poder y de su ideología, es la diseminar su visión del
mundo a través de los medios. Estos intereses corporativos ocultan y dibujan la
realidad.
La respuesta a la pregunta de por qué
permitimos eso, es una sociedad desinteresada por sus derechos y por el futuro,
que perdió el ideal porque confunde sus intereses con los intereses de un
sector y perdió; a su vez la capacidad de pensar en un sujeto colectivo; ya que
está casualmente influenciada por la tecnocultura de la época.
Tomando el concepto de criminalizar
como una estrategia, más bien un recurso al que debemos reconocer como tal
permite ver la dimensión de los medios, creadora de burbujas insípidas que
invierten las dimensiones de lo real y lo simbólico. “La criminología mediática siempre apela a
una creación de la realidad a través de información, sub-información y
desinformación en convergencia con prejuicios y creencias, y basada en una
etiología criminal simplista asentada en la “causalidad mágica”. Aclaremos que
lo mágico no es la venganza, sino la idea de una causalidad canalizada contra
determinados grupos humanos.”(E Zaffaroni).
Asentándonos en la concepción
lingüística de Emelie Benveniste, debemos destacar la importancia de la
representación. El sujeto es sujeto en tanto discurso, es en y por el lenguaje
que el hombre se constituye como sujeto, porque solo el lenguaje funda la
subjetividad, esta capacidad de plantearse como yo. Y el auto percibirse y
percibir el exterior en tanto organismo comunicacional da cuenta de cómo la
conciencia de sí mismo no es posible más que si experimenta por contraste. Todo
lo que existe es gracias a que ha sido nombrado por la lengua. Construimos todo
a través de la palabra y de enunciados que son simbolizados por la sociedad.
El problema de la construcción de la
realidad mediática es muy grave porque no es local, la discusión de la
seguridad es un tema central en la política mundial. Tal como establece
Zaffaroni en su libro “La cuestión criminal”,
“¿Cuál es la realidad del delito de la criminalidad? Es la realidad que
construyen los medios”. Y agrega que esa construcción “requiere configurar
enemigos y una realidad en la que se señale a un grupo; es decir, crear los
fantasmas de la inseguridad estigmatizando, destruyendo lazos sociales, y
otorgando poder a los medios.
Pensar más allá de la información de
lo que el medio muestra, a que apunta con el contenido, y no como sujetos
pasivos, netamente consumidores. ¿Por qué este discurso nos suena familiar y a
la vez imposible? ¿Por qué cuesta combatir la fragmentación? Una posible y
rápida respuesta es que en la actualidad los medios absorben y recrean una y
otra vez hechos de la realidad para crear distorsiones de la realidad que
mantiene a esa conciencia de lo colectivo lo más alejada, hasta hacerla
inexistente. Esa ignorancia es auténtica
a causa del capitalismo que demanda tanto esfuerzo para sobrevivir. Es
un sistema mediado por intereses corporativos que miran hacia el exterior, que
logra que la sociedad que vive en él no tenga fuerza, ni tiempo; la aliena de
una manera que ésta no puede dedicarle lo que realmente demanda la democracia
que necesita.
No por comparar las épocas, la
criminalización mediática existes desde siempre, fue utilizada en el proceso
militar del 76´, con la ayuda de cierto
consenso de esa sociedad ante esta alternativa. Dejó entrever como los
intereses por detrás de los golpes de estado siempre fueron “tapados” con la
criminalización. Ellos tenían un objetivo (Permanecer) y unos de sus ejes
justificatorios fundamentales fue “la eliminación de la subversión”, término
acuñado y definido por ellos, la Junta Militar, ya que atentaban contra el
monopolio de la fuerza concentrado en el estado. En la fase de terrorismo del
golpe de estado, gracias a la pérdida de ese consenso antes mencionado, se hizo
un abuso de este recurso mediático. Fue un el intento de recuperar legitimidad
de la sociedad. Un mecanismo fue el mundial de fútbol, exitoso. Y otro fue la
guerra de Malvinas, con la idea de adversario circunstancial. La criminología
mediática naturaliza estas muertes; incluso llega a disfrazar a los
fusilamientos de enfrentamientos. Los presenta como episodios bélicos contra el
crimen, donde el cadáver del fusilado es signo de prevención, como el soldado
enemigo muerto en la guerra.
La solución, a la vista de todos está
en fortalecer la democracia. El todos por el todo, hay que formar criterios
críticos y apelar a la conciencia crítica es movilizar a las personas a rever
algunos asuntos. Salir por un momento del debate partidario que proponen los
medios, ya que nos pone en una situación parcial, y no justamente propia, sino
ajena.
Una alternativa que la politóloga
Chantal Mouffe ofrece pensando justamente en esta convicción, es la de un
pluralismo agnóstico donde el debate y el despojo de la creencia de que la
verdad es una sola y que somos los poseedores, más el fortalecer los partidos
políticos y la vida partidaria sería la solución. La posición agonística
implica reconocer la contingencia de tus creencias, pero sin embargo tener la
voluntad de luchar para defenderlas, es decir, estar dispuesto a luchar para
transformar las relaciones de poder y crear otra hegemonía. Explica: “La gente opina que para tener
fuerza y luchar hay que estar absolutamente convencido de que se tiene la
verdad, y que abandonar eso conduce a la apatía. Ahí radica la posición difícil
de crear: tener al mismo tiempo un sentimiento de relatividad y de contingencia
de tus creencias”.
Fuentes informativas:
Entrevista a Alicia Acquarone.
Charla sobre Criminalización
mediática.
‘’De la subjetividad en el
lenguaje’’, Emile Benveniste.
‘’La cuestión criminal’’, E.
Zaffaroni.
Apuntes de Teoría Política.
Entrevista a Chantall Mouffe.
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